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(En sentido figurado, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)
Querido hijo Francisco.
Muchos son los años que llevas el peso de la Cruz de mi hijo Jesús, nunca te paró tu estado físico, yo siempre estaré a tu lado.
Recuerdo años de tu juventud, con que apasionamiento hablabas de mí y lo bien que me has servido, solo quiero infundirte ánimos, para que sigas con la misma ansia que en tu juventud, donde siempre se hace de una forma incondicional y con el corazón.
En la Letanía te he oído decir muchas veces “Auxilio de los Cristianos” y sí, nunca los he dejado de lado, y también “Reina de la Paz” pues bien, también lo soy, nunca lo olvides, yo intercedo antes Dios Todo Poderoso, para que reine la paz y el amor en todo los hombres.
En ocasiones he querido dar muestras de mi existencia apareciéndome a personas humildes, que participan de mi humildad y que me toman de patrón para seguirme, me siento orgullosa de ellos. Como a Santiago me aparecí en Zaragoza cuando aún estaba en vida terrena, también durante siglos me he aparecido a mis hijos “vosotros” para alentaros y animaros. Son muchos los lugares y muchos los rebaños que he ido reuniendo, para dar gloria a Dios, mi pesar es que en muchos de ellos no se me ha hecho el caso esperado, la libertad que Dios os ha dado ha hecho que algunos lugares se malogran, porque Satanás siempre trata de destruir lo que los hombres con tanto amor levantan en mi honor.
Estoy segura que si me hubiera aparecido a ti Francisco y te hubiera pedido una capilla en un lugar, te hubiera faltado tiempo para levantarla, muchos de mis hijos porque así yo les hago saber, quieren que sea la iglesia participe de este acontecimiento, encontrándose en la tesitura de no poder hacerlo porque no encuentran eco suficiente en la Iglesia y esperan y esperan sin que se vea cumplido mi deseo.
Las curaciones y conversiones que he derramado en algunos lugares, son prueba más que suficientes para no demorase el cumplimiento de mis deseos.
Vengo a vosotros, para acrecentar la fe y llevaros a mi hijo Jesús, preocupada por tantos y tantos que perecen por no haber seguido los caminos de la Fe y del Amor. Son muchas las peticiones que recibo con el rezo del Santo Rosario y no puedo desoír sus lamentos. Muchas veces recitáis desde el evangelio la actitud de Santo Tomás, dudando de que mi hijo Jesús hubiera resucitado, hoy día seguís haciendo lo mismo o peor aún, no queriendo revisar las gracias concedidas en estos lugares santificados por mi presencia y afirmar que yo he estado presente, ya mi hijo Jesús recrimino a Santo Tomás que hay que ser creyente y no incrédulo, sin embargo muchos otros creyeron sin ponerlo en duda, recuerdas “dichosos los que creen sin haber visto”.
Francisco hijo mío, no seas como Santo Tomás y ayúdame en mi obra, que sean estos lugares como focos de fe, tan necesitados en estos momentos, donde hay tanta ausencia de fe, en un mundo dominado por el materialismo.
Muchos de mis hijos en estos lugares donde yo aparezco, necesitan la tutela de la Iglesia, no en vano soy la “Madre de la Iglesia”, quienes celebren la Santa Misa en recuerdo permanente del sacrificio de la pasión de mi Hijo Jesús.
Tenme en tus pensamientos y no dejes que estos lugares se pierdan y que sean testigos de mí Amor por vosotros.
La Virgen Pura Dolorosa de Unbe